martes, 3 de enero de 2017

La Marca

OwO


Si queremos saber quién es alguien (o que es algo), lo primero que debemos hacer es prestar atención a su nombre. En las personas, los apellidos indican a que familia perteneces; quienes te engendraron, y quienes los engendraron a ellos. Al cabo de dos o tres generaciones se pierde el recuerdo de los que fueron antes que nosotros (a veces incluso los apellidos se pierden y desaparecen). Lo que nos queda es su sangre corriendo por venas. La sangre siempre permanece...

 En cuanto al nombre de ciertas cosas... Sólo conozco una palabra que exprese de forma tan gráfica lo que representa: es la palabra "ojo". En inglés, ocurre igual: "eye". Bueno, en el segundo caso el parecido es más ambiguo, o inexacto, pero ahí está. ¿Lo veis? Nunca me había fijado en ello, aunque supongo que hasta un niño es capaz de darse cuenta (seguramente porque se lo explique algún adulto, ancho de orgullo por revelar tal verdad) de que la palabra ojo es en realidad eso, el dibujo algo burdo pero muy representativo de dos globos oculares con la letra "j" ejerciendo de nariz entre ellos. Simple, pero eficaz. Si me lo explicaron de pequeño, no me acuerdo; hace ya bastante tiempo de aquello, tanto como de la prehistoria... Además, lo poco que guardo de mi infancia, bastante mala, por cierto, no son recuerdos, sino un pensamiento insano, como un enorme letrero con grandes letras, de un rojo enfermizo, desconchado y desvaído, en el lugar más polvoriento y oscuro de mi mente, que reza: NO TE CONVIENE RECORDAR, en lo referente a esa etapa de mi vida. OJO, se le podría añadir a esa advertencia, para darle más énfasis. Pero estábamos hablando de nombres...¿verdad? Y quiero hablaros de uno que, hasta donde he podido averiguar, es al menos tan antiguo como la Humanidad; quizás lo sea aún más, y lo que representa existe desde antes que hubiera alguien para mencionarlo o nombrarlo:

OwO

Teniendo en cuenta la anterior observación sobre como una palabra puede representar de forma gráfica lo que define, que cada cual saque sus propias conclusiones... Nuestros más remotos antepasados, homínidos que no habían acabado de cuajar en hombres, cuya capacidad para comunicarse no iba más allá de una serie de diferentes gruñidos, y que tendrían que esperar todavía varios miles de años para desarrollar las primeras formas de escritura, ya consideraron lo suficientemente importante el asunto como para otorgarle un símbolo, que plasmaban en las paredes de sus cuevas junto con sus arcaicas pinturas, en su mayoría dibujos con escenas de caza o imágenes de animales. Encontré una que me llamó especialmente la atención. Aparecía en una de las fotografías documentales realizadas por un grupo de antropólogos en las paredes de una cueva. Eran dos escenas: la primera representaba unos animales, al parecer antílopes, siendo cazados por un grupo de hombres que los rodeaban. Los cazadores portaban lanzas, algunos parecían arrojarlas y otros más temerarios se acercaban a su presa embistiendo con ellas sin dejarlas de blandir en sus manos. Los hombres eran ayudados por varios perros (quizás debería decir más bien lobos, por su tamaño y aspecto); algunos antílopes yacían muertos en el suelo, con una gran cantidad de lanzas hincadas en ellos, otros se debatían todavía pie, con varias clavadas..., todo muy típico, lo común en este tipo de pinturas rupestres. La segunda escena no tenía nada de típico o común.
En esta otra pintura, situada a la derecha de la anterior, la situación, aunque dotada de cierto paralelismo con la primera, era por completo diferente: En un paisaje nocturno —lo cual se deduce claramente por un cuarto de luna y estrellas pintadas en rojo sobre un fondo oscuro— un grupo de hombres (que bien podían ser los cazadores de la primera escena) yace descuartizado junto a un fuego, todos muertos, la mayoría con los miembros desmembrados y separados de sus cuerpos, algunos decapitados, las lanzas desparramadas entre los trozos de cuerpos, inofensivas. Entre los restos se ve los de uno de los lobos, destrozado junto a ellos, con la cabeza separada del cuerpo (puede que el resto de los cánidos huyera a tiempo de la masacre, valiéndose de su instinto para detectar el peligro, y de su velocidad para huir de él). También las pinturas utilizadas son diferentes, al igual que la profusión de detalles. Mientras que en la primera escena, la de la cacería, los colores son en su mayoría varios tonos de verde y ocre, algún detalle de rojo y amarillo, y los dibujos son simples y bastante básicos, en la segunda pintura, la macabra escena de la matanza sufrida por los cazadores, todo está mucho más detallado, llegando hasta lo grotesco. Cada cuerpo mutilado, la fibra de la carne lacerada, los charcos de la sangre derramada..., a pesar de que los colores empleados son sólo dos: rojo para todo lo que aparece en ella, como las figuras destrozadas (también la luna, las estrellas y el fiel lobo) sobre azul parduzco, casi negro, como fondo. Bueno, hay algo en un tercer color: un rojo aún más vivo, hiriente y dañino, para un símbolo en la parte superior de la carnicería...

OwO

Cuando busqué por primera vez este símbolo-nombre en un navegador de internet, pensé que encontraría cualquier cosa, o ninguna. Como mucho, alguna leyenda urbana, o un montón de basura escrita por pseudo-investigadores de lo paranormal describiendo a un ser diabólico que acecha en la noche, un predador despiadado de personas semejante a un vampiro, a un hombre lobo o algún personaje parecido. Encontré bastantes cosas, pero nada de todo eso, ni de lo que yo estoy buscando. Descubrí que OwO se utiliza como acrónimo en la jerga de internet para expresar sorpresa, estupefacción; en otra jerga, la de la prostitución, se usa para referirse al sexo oral sin protección. Y hay una ciudad en Nigeria que se llama así. Tras mirar varios resultados más cerré el navegador.

 Nada de todo eso tiene nada que ver con lo que yo estoy contando, ni como llegué a toparme con OwO, bueno, no con lo que quiera que sea OwO, sino con lo que OwO está haciendo... Tendré que seguir investigando por otras vías, mirando una por una las fotografías de archivos documentales sobre antropología y arqueología (así encontré lo de las pinturas prehistóricas), profundizando en los datos de las hemerotecas por largas horas, tratando de seguir la pista a algo a lo que parece que nadie, en el aspecto que yo me refiero, quiere referirse. ¿Que por qué digo esto? Volvamos a la pintura rupestre, un momento: los antropólogos que realizaron el reportaje fotográfico, en su artículo, bastante extenso por cierto, hablan de el lugar donde encontraron la caverna, de los datos que habían seguido para buscar en aquella zona vestigios arqueológicos, a que especie de homínidos antecesores del homo sapiens podían pertenecer esos restos, los pigmentos que emplearon para fabricar los colores, la datación cronológica, de las costumbres nómadas de los cazadores, etc... pero no dicen nada sobre los cazadores destrozados, ni sobre como quien o quienes plasmaron en la pintura tan brutal acontecimiento atribuyeron de manera clara a algo llamado OwO su autoría. ¿Por qué?
 Resulta bastante extraño, pero no son los únicos que prefieren mirar para otro lado cuando se trata de algún acontecimiento relacionado con este personaje. Puedo poner más casos de cómo a lo largo de la Historia esta figura ha ido apareciendo en diferentes épocas y civilizaciones, para ser ignorada, apartada, como algo infame y vergonzoso, algo que no debe ser mencionado. Cuanto más abominable ha sido un hecho, más se ha hecho memoria de él; cuanto más aterrador y malvado ha sido quién lo cometió, más renombre ha alcanzado.
No ha sido éste el caso de OwO. Mientras escribo esto en el portátil, en el minúsculo escritorio de mi sótano, un pequeño cuartucho de madera, a la miserable luz amarillenta de una bombilla barata, que parpadea anunciando su inminente defunción, levanto la vista para mirar las fotografías,en los momentos que me tomo para pensar las palabras adecuadas con las que continuar mi testimonio. Ya no queda ningún hueco libre en las paredes donde clavar alguna, hasta el punto que he comenzado a pinchar unas en lo alto de otras. Cualquiera que me viera aquí encerrado, ya pasadas las 4 de la madrugada, rodeado de fotos de crímenes, de gente descuartizada, brincando con cada rechinar de la madera, pensaría que soy un maldito psicópata. Y estoy asustado. Muy asustado. Porque si miras al abismo, el abismo también te mirará a ti, como dijo alguien (alguien que por cierto, acabó sus días loco como una cabra). También me siento solo en esto. Incluso, oh cielos, he estado tentado de llamar a Maia... La última vez que hablamos la cosa no fue muy bien. Además, no la quiero implicar en nada de esto. Ella rehízo su vida, ya no vivimos ni en la misma ciudad, y se supone que fue por volcarme tanto en mis investigaciones (ella las llamaba "obsesiones") que acabamos separándonos.

 Tengo claro que todo esto que escribo no lo leerá nadie. ¿A quien voy a ser capaz de dárselo a leer? Y... ¿sobre quién, o qué, mejor dicho, escribo? ¿Sobre algo maligno y desconocido que de manera sistemática viene acechando, cazando, asesinando a gente desde que el mundo es mundo? ¿Sobre algo así como una especie de monstruo, al menos tan antiguo como nuestra especie, que cada vez que aparece mata de manera brutal y despiadada a seres humanos? No siempre descuartiza, como en el caso de los cazadores prehistóricos: hay veces en que puedes encontrar a su víctima con el cráneo machacado y parte de la cara parcialmente devorada; en otras ocasiones, la muerte ha sido causada por heridas con algún objeto usado como arma, o por un arma propiamente dicha. A veces aparece alguien decapitado y la cabeza está cerca, junto al cuerpo, o a una distancia que puede variar de metros a kilómetros... incluso puede estar en otro país. O no aparecer. También ocurre al revés: es la cabeza lo que se encuentra, pero el cuerpo ha desaparecido, y no se vuelve a saber nada de él... A veces... OwO. Eso ocurre. Y nadie sabe nada, nadie dice nada, ni nadie parece estar interesado en investigar, ahondar más allá de la apariencia, pues siempre que OwO actúa todo el mundo parece querer mirar hacia otro lado, hacia otro posible culpable. Siempre hay un supuesto psicópata asesino a quien buscar y culpar, alguna posible causa horrenda, o alguna teoría, por más descabellada que resulte, a la que achacar los espantosos crímenes... Pero nadie habla de la marca, ni se menciona siquiera.

Porque OwO siempre deja su firma, su huella... Desde que comenzó, hasta hoy día, y no hay ningún motivo para pensar que vaya a detenerse.
 La deja escrita en sangre en la pared de una casa, donde yacen esparcidos por las habitaciones los cuerpos destrozados de una familia que ha masacrado; la graba rajando en el entrecejo de un vagabundo, al que ha asesinado en un callejón sucio y maloliente, una "w", arrancándole los ojos para con las cuencas vacías completar su nombre; o puede aparecer en los restos de un incendio como una marca de humo negruzco, tiznando el techo, contemplando cuerpos carbonizados con los brazos en ángulo recto como ramas quemadas, los antebrazos tiesos hacía el techo, señalando esa nefasta, ominosa marca , que parece observar complaciente su Armagedón particular.
 Se presenta en mis sueños, encarnado en ser viviente con la forma de su nombre. Su cuerpo, tan sólo compuesto por sus abismales ojos, ineludibles... y sus colmillos, dos estacas condenatorias tan largas como la eternidad.

 No debo tomar tantos ansiolíticos, he pensado hace un momento mientras me metía dos en la boca; también he pensado que no los debería de mezclar con alcohol, ni beber tanto, mientras los bajaba por la garganta con un trago de whisky barato, tomado directamente y a palo seco del gañote de esta botella, a la que sólo le quedan dos dedos. Igual con el tabaco: no debo de fumar tanto, me digo, cada vez que apago una colilla en este cenicero, tan lleno de ellas que rebosan por los lados y
algunas caen al suelo. Tengo sueño, estoy muy cansado... En las lineas anteriores he tenido que hacer un esfuerzo titánico por enfocar las palabras que escribo, por centrarlas mientras bailan en mi visión.
 OwO me espera; como siempre, ahí está... Lo veo en esas imágenes que se forman y preceden al sueño. Lo peor es que sé, siento, que él también me ve a mí... Me observa, desde mi interior, donde, al igual que en sus aberraciones, parece haber grabado su nombre. Noto que, en algún lugar sucio y oscuro de mi alma, hay algo que apesta a muerte y putrefacción... Allí también ha dejado OwO su marca.